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Fútbol
De Castelao a Sausalito, pasando por el Monumental
El sábado próximo se cumplirá un año del inolvidable Brasil – Colombia de cuartos de final del Mundial 2014. No recuerdo tanta ansiedad previa a un partido. Los 6 días entre el Maracanazo contra Uruguay y el juego del Castelao fueron una eternidad. Hasta ahora, nuestro punto máximo en la historia. Se estuvo cerca de lograr lo que otros países como Bulgaria en 1994 y Croacia en 1998 hicieron con sus generaciones ilustres: Terminar entre los cuatro mejores del Mundial. Estuvimos ahí cerca. Llegamos muy lejos, pero nos ahogamos en la orilla.
Y nos ahogamos por culpa nuestra, aunque como buenos colombianos siempre buscamos responsabilidades en otros. Todo empezó por Pekerman y su único error en Brasil, cuando contradijo aquella máxima del Dr. Ochoa, pues “equipo que gana, no se cambia”. Después, iniciar jugando con mucho temor ante el rival, el local pero futbolísticamente disminuido como lo comprobarían los alemanes después. En fin, un PT regalado. Y en el ST, tras el 2-0, vino la gesta. Brasil jamás volvió a llegar. Fue heroico. Colombia lo metió en el arco y fue un asedio. 2-1 y de vuelta a casa. Pero con la frente en alto y una dignidad en la derrota nunca antes vista. Perdimos nosotros, no nos robaron como se dice en la leyenda que recita el 99% de los compatriotas. Y tampoco fue Gol de Yepes. Eso surgió luego, pues aquí todo se justifica y nada es culpa nuestra. Y dos meses después para mayor dolor, un nuevo amistoso perdido contra el mismo rival.
Casi un año después, y tras seguir en el tercer puesto del ranking FIFA (Sirve de algo?) llegó la Copa América. Y la selección estaba al menos para semifinales. Nuestro natural exitismo, llevaba a pensar en que Chile 2015 sería “coser y cantar” y una repetición del sueño y la fiesta que fueron los 20 días de competencia en Brasil. Nada más distinto.
Así se llegó a Chile. Con mi único reparo al DT de no haber confeccionado bien la nómina, como se vería más adelante. Y el 14 de Junio (siguen las coincidencias con el Mundial) de nuevo el debut. Pero éste muy doloroso, pues fue 0-1 contra el nuevo coco: Venezuela. Nos ganaron bien. No hay duda. Y empieza el sentimiento colombiano bipolar. A los tres días, la prueba de fuego. Llegaba el Scratch y la oportunidad de saber si mentalidad había cambiado. Y en otro estadio Monumental (Mismo nombre de aquel del test mental de 1993 contra Argentina), ahora el de Colo Colo. Y ese espíritu de revancha represado desde aquel Gol que no fue, se sintió. Fue un partido tenso, de pierna fuerte de lado y lado. Pero la prueba mental fue superada. 1-0 y 24 años después, Brasil era vencido, tras un PT brillante, lo único rescatable de la tricolor en la Copa. Y volvemos al deporte nacional de crear enemigos. Un año antes el árbitro español, ahora Neymar. Y surgen los machos como Bacca. “Lo peor es el
aplauso” como dijera una vez Antanas Mockus.
Y luego, otra decepción. Un equipo sin personalidad empata 0-0 ante la buena selección inca de Gareca y se clasifica por la ventana. De terceros, tras triunfo brasileño, para desembocar en el estadio Sausalito, en Viña del Mar. Cuartos de final contra Argentina, cuando deberíamos haber seguido en Temuco esperando a Bolivia. Pero no fue así. Y aunque el miedo frente a los gauchos pasó hace mucho tiempo, lo visto fue un verdadero bochorno. Un 0-0 sostenido por un arquero en estado de gracia como David Ospina. De entrada se vio el problema de la nómina. Al no estar Sánchez ni Valencia, nos quedamos sin marca en el medio. Fue un rompecabezas armar la nómina y en 23 minutos, un cambio para enderezar el planteo. Mala señal. Tras un PT lamentable, y un ST algo mejor, con una única chance a los 66 minutos, llegamos a los penales, los cuales maquillaron una actuación triste. La definición terminó haciendo justicia a una actuación brillante pero inefectiva de los albicelestes. Nos quedamos sin
saber si hubiera pasado lo de Chile 91 cuando le ganamos a Brasil en Viña en primera fase y a los 6 días, caímos como cualquiera frente a los cariocas.
Que quedó de todo esto? Un gol anotado en cuatro partidos, lo malo y por otro parte, un gol recibido en los mismos cuatro juegos, lo bueno. Es lo único para resaltar de esta Copa. En cuanto a los jugadores, solamente Ospina, Sánchez y Murillo pasaron el examen. La imagen dejada es que se recurrió mucho a la “leña” como dijo Alfredo Relaño. Muchos jugadores llegaron mal de forma, unos sin ritmo como Falcao, otros irreconocibles como James y Cuadrado, y otros muy bajos de nivel como Armero. La sensación fue de haber visto una selección parecida a la de Brasil 2014, sólo en los nombres. De desempeño y actitud, muy distante. Y la conclusión de que el problema estuvo en el medio. Los delanteros poco o nada recibieron, a pesar de sus pergaminos.
Lo importante es mirar hacia adelante. Para evitar que ésta se vuelva una generación fallida hay que trabajar ya. Lo bueno es que hay materia prima, plata, sponsors y un DT excepcional. Lógico que hay mucho para hacer antes de las Eliminatorias, las cuales se vislumbran muy parejas y durísimas. No olvidar, que esto es Sudamérica. Insisto en mi mensaje de que se debe aprovechar a Pekerman en juveniles. Es una autoridad en el tema y tricampeón del mundo. Algo debe saber, o no?
Viene otra historia. Como dijo un compañero del colegio “el sueño de Brasil 2014 terminó”. Chile pudo ser y no fue. Hay que mirar a Rusia 2018. En el camino, una nueva Copa América en 12 meses (Si el FBI deja) y quizás la posibilidad de buscar recambio en los Olímpicos de Río 2016. Ojalá lleguemos a Rusia y no nos volvamos a ahogar en la orilla. De nosotros depende. Y que no seamos recordados por la leña repartida. Ni por la generación fallida.