La final tan soñada está aquí, en unas horas en el legendario Maracaná. Después de tanta incertidumbre con la Copa América, se dio la lógica y veremos una nueva edición del clásico sudamericano, entre los 2 mejores equipos del continente y de la competición, en el estadio más famoso de Sudamérica, el de las dos finales del mundo, el del triunfo imposible de la Celeste en 1950 y el tetracampeonato alemán, 64 años después, cuando Messi y su equipo no aprovecharon las 3 oportunidades que les dio el destino. Así, 7 años después, llega otra chance para Messi de lograr el esquivo título de mayores con la Albiceleste, para añadirlo a su corona mundial juvenil de 2005 y el oro olímpico de 2008.
Ambos equipos llegaron hasta acá con toda justicia, tal vez sin mucho brillo. Brasil ha respondido a su favoritismo excluyente, con la mejor nómina y DT del certamen. Tras golear en los 2 partidos iniciales, ha tenido 1 empate y 3 triunfos ajustados, uno frente a Colombia en un partido que iba perdiendo hasta que Pitana tomó una decisión equivocada, pero ajustada al reglamento. Después en octavos y cuartos, 2 partidos jugados al límite y resueltos con sendos 1-0 para llegar al partido decisivo. Brasil tiene todo para retener el título de 2019 y un equipo que le apunta a recuperar el título mundial en 2022. La Copa América es una nueva escala para ese objetivo. Y la oportunidad de que Neymar, junto a Messi y Luis Diaz los mejores jugadores del torneo, logre su primer título de mayores con el Scratch.
Posiblemente, con otro rival, ya el título de Brasil estaría definido. Pero como se señaló aquí, desde el comienzo Argentina era el más posible contrincante y así fue. Aquella renovación que Scaloni arrancó tras el caótico Mundial de Rusia, poco a poco da frutos, liderado por un Messi que ha jugado en gran nivel hasta la fecha. Además de su talento intacto, con menos velocidad que en su mejor época, dados sus actuales 34 años, se le ha visto una vehemencia mayor a la habitual. Tal vez la imagen del tobillo ensangrentado frente a Colombia sea una postal de la entrega que Messi ha mostrado en esta Copa. Argentina llega invicta el duelo final, con buenas presentaciones ante Uruguay y Bolivia en primera fase y ante Ecuador en cuartos, sobre todo en los primeros tiempos cuando mejor juego desarrolla. Aún presenta problemas defensivos y en partidos como la semifinal frente a Colombia, perdió el norte del encuentro por mucho tiempo, cosa no aprovechada por la Tricolor cuando el partido se
puso 1-1. Luego Di María condujo a la mejoría de Argentina en la fase final del partido, resuelto en una tanda de penales que será bastante recordada. Y ya está en la final. Si el partido fuera Messi vs Neymar, seguramente como dice Jorge Barraza “de 1,000 veces, Argentina ganaría 999”. Pero juegan 11 contra 11 y Brasil es claramente superior.
Existe una paridad histórica entre ambos equipos en los duelos cara a cara (Mas allá de que, en coronas mundiales, Brasil tiene una clara delantera) con 102 partidos desde 1914, de los cuales Brasil tiene 39 triunfos frente a 38 de los gauchos. Y en los 46 partidos oficiales, se registran 18 triunfos argentinos, 17 brasileros y 11 empates, y por Copa América, ha habido 33 partidos con 15 victorias argentinas, 10 cariocas y 8 empates. Es decir, el equilibrio es casi total.
Pero hoy por hoy, los números juegan en favor del Scratch con claridad, pues tras el último triunfo argentino en Copa en 1993 se han jugado 11 Copas América, incluyendo la actual. Brasil ha llegado a 7 finales y de las 6 anteriores solamente perdió una, en 1995 frente a Uruguay. Las 5 ganadas incluyeron 2 definiciones frente a Argentina, ambas ganadas (2004 y 2007), una por penales. Argentina en cambio, en el mismo lapso ha llegado a 5 finales, perdiendo las 4 anteriores, las 2 citadas frente a los brasileros y 2 frente a Chile, ambas dirigidas por Martino y perdidas en penales tras sendos 0-0. De las 4 perdidas, 3 fueron con Messi en el campo, superado claramente por Brasil en Maracaibo en 2007 tras un torneo brillante y luego aquellas dos frente a Chile que fueron muy parejas, aunque superado en el juego por Sampaoli en 2015 en Santiago y mejor que el equipo de Pizzi en New Jersey en 2016. Pero, al final, con las manos vacías. Y mucha ansiedad, frustración y un peso cada vez mayor
en la mochila.
Esto dicen los números. Argentina no le gana un duelo mano a mano a Brasil por Copa América desde 1993. Pero, a pesar del favoritismo total de Brasil, Argentina llega con sus chances intactas, sin nada que perder y mucho que ganar y el sueño de coronarse en la primera Copa jugada tras la partida de Maradona, en un estadio donde el 10 dejó una jugada para el recuerdo en 1989 con un tiro desde mitad de cancha que se estrellara en el travesaño. Y quizás sin el peso del favoritismo como en 2007, 2015 y 2016, las cosas salgan mejor. Obviamente el desnivel en los banquillos si es relevante y puede ser un factor que decida el juego.
Llegó la final. Como en 2014, Messi en una nueva definición en Rio y de nuevo, sin ser el favorito. Es la “última bala de Messi dentro del continente”, como escribió Barraza. Ojalá en la cuarta final de América llegue la esquiva corona. Y que esta segunda bala en el Maracaná sea la definitiva y que la mochila de 28 años deje de pesar finalmente. Por los siglos de los siglos.
Germán E. Ocampo
Weston, FL, Julio 10 de 2021 |